Este plato quizá resulte más
sencillo de preparar que la tortuga, lo difícil en
este caso es cazar la presa, es importante no confundir
lagarto con iguana, pues en este error está el riesgo,
porque no es lo mismo llegar que quedar cerca.
Si querés comer lagarto
apretate bien la faja
en una de esas te ataca
y te hace pegar un sarto. (*)
Ahí está la diferencia, la iguana es mansa, de color
tostadito claro, rosadito cuando recién pelecha, mide
unos 8O cm (el macho es más grande) y tiene unas líneas
(más afeminadas) más bonitas.
En cambio el lagarto es de color oscuro con manchas
amarillo oscuro, de menor tamaño que la anterior y
se define por su aspecto feroz, es muy peligroso,
ataca directamente.
Estos dos animales que pertenecen a la familia de
los reptiles anfibios, son físicamente muy parecidos,
en cambio sus reacciones son muy distintas. Bien:
hecha esta aclaración, ya tengo las colas, tomo la
de iguana que me gusta más, la tapo con ceniza caliente
unos veinte minutos, por supuesto la toco de vez en
cuando con el tisonero, cuando el cuerdo de la cola
se llena de agujeritos que hierven y todo queda blandito
es la señal que está para comer, échele sal.
Tómese un amargo. El cuerpo de estos dos animales
es totalmente comestible, pero ya se requiere otro
procedimiento.
(*) Sarro: Salto. Vocablo que el autor escuchó usar
a los chilenos.
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