En los salitrosos y húmedos
terrenos de los bañados del río Salado como también
en el Atuel, existen numerosas cantidades de hormigueros
de hormigas coloradas que aún cuando se parecen a
las comunes, es decir, a esas hormigas que tantas
veces vemos en los alrededores de la laguna Don Tomás
o en cualquier lugar del interior de nuestra provincia,
esa que se nos mete en el azúcar y en el pan mientras
nosotros nos damos un regio baño en la laguna Utracán,
eso no es nada, lo peor de ellas es que son como las
vecinas mal llevadas y en cuanto se te meten en la
ropa te pican por donde venga y... a rascarse sé ha
dicho!.
No recuerdo bien pero creo que tienen como dos rayitas
negras en la parte trasera; son un poco más grandes
y de temperamento completamente belicoso, si usted
curioso lector duda de esto meta el dedo en el hormiguero
luego y verá el resultado.
Les hago un cuento verídico por supuesto.
Juan Buichelo era algo así como un hermano de crianza
que estuvo con nosotros como hasta el año 1923, tenía
por costumbre sentarse sobre un hormiguero, cuando
mi padre lo retaba allí se quedaba hasta que a las
hormigas se les pasaba la rabia e iba a parar al estanque
de agua ahí para curarse de las picaduras que como
es de imaginar ya sabemos lo molestas y dolorosas
que éstas son. Se contaba que mi hermano mayor Diego,
también en cierta ocasión trató de imitarlo, las consecuencias
de esta aventura le resultaron desastrosas porque
el hombre se sentó desnudo sobre el hormiguero; nunca
más repitió la hazaña.
Hablaré de un pasaje de la vida de las hormigas, en
los bañados del río Atuel. La casa que construyen
estos animalitos es muy curiosa, trátase de un pequeño
montículo de tierra en forma de cubo, de unos treinta
centímetros de alto asentado generalmente a la par
de algún yuyo, puede ser jumillo, pasto salado, cachiyuyo
o un palo cualquiera que hace las veces de cimiento.
Allí se efectúa la construcción del hormiguero o nido
como se les llama; cuyo interior está compuesto por
laberintos de múltiples cuevitas que no parecen tener
ni punto ni rumbo fijo pero sí es constantemente recorrido
y vigilado por sus habitantes, algo así como al parecer
fue un castillo medieval.
Esta original construcción que no es otra cosa que
un sinnúmero de tubitos sin relación de continuidad
cubiertas por una fina capa de tierra no es otra cosa
que una mortal trampa para aquellos incautos insectos
que andan siempre en busca de refugios temporarios;
he observado que al golpear o producir un agujerito
en la fina capa de tierra del hormiguero éstas aparecen
de inmediato en actitud nada amigable por cierto y
el intruso que fue a molestar la papada muy caro.
Si es un insecto pequeño lucha tenazmente para morir
dentro del hormiguero, si es un animalito con algo
de tuerzas seguro salvará el pellejo, pero con varias
hormigas prendidas en todo el cuerpo.
El nivel de agua de la corriente va invadiendo, las
hormigas se movilizan tratando de huir desesperadamente,
no pueden hacerlo porque va el agua las ha rodeado,
además quizá estos insectos sean unos de los pocos
a quienes la naturaleza no los ha dotado del arte
de nadar, entonces trepan desesperadamente hacia la
cúspide del montículo de tierra del hormiguero; desde
allí comienza el agua a sacarlas de a poco; la corriente
es la encargada de llevarlas, se forman pelotones
de hormigas, de ese modo consiguen flotar, la que
se desprende muere ahogada, al chocar con algo sólido
tratan de asirse a lo que venga por eso a veces cuando
se está gozando de un regio baño en el río tiene que
salir con carácter de muy urgente a sacarse las hormigas
que se le subieron a la espalda o se le prenden de
cualquier parte del cuerpo. Por esa razón es que tos
hormigueros están siempre cimentados por una base
sólida, de cada grupo que se desprende nace un nuevo
hormiguero.
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