Patricio Fiorello



Aquí Patricio


Buscando la sombra de los viejos paraísos que cuidaron durante muchos años el paredón derecho de la vieja cancha de pelota a paleta de Toay que hace poco cayó para siempre; Patricio pasa sus vacaciones de verano mirando transcurrir a su Toay natal, así como la esfinge se estira en el desierto dejando pasar los años, a la gente y al mundo.
Nadie sabe quien lo invitó a vivir.Nació con un apellido
romántico: Fiorello. Y es el alma buena que durante las mañanas,  las tardes y las noches se desliza en forma de  espantapájaros 
por esas calles vírgenes de asfalto.
Por todas partes asoman sus bigotes puntiagudos e hirsutos, los ojos entrecerrados y su mano que al saludar quiere decir algo que de su boca no sale; por que Patricio encierra en su forma y su presencia a un mundo que quiere hablar y no puede; que quiere cantar y no sabe y que quisiera vivir y no vive; porque él todo es existencia, su hogar es Toay, porque Toay es un hogar grande.
Su ropa sus cigarrillos, sus botines el puchero y sus fósforos son el impuesto voluntario que pagan los hombres buenos y las buenas mujeres de este pueblo por tenerlo a Patricio, que es, mirándolo bien, un amuleto de la buena suerte, porque no hay fiesta donde no se guarde algo para este muchacho grandote y barbudo; con sueños distintos, con días iguales y signos tan nobles que mucho se parecen al amor.

Artículo aparecido en el Diario "La Capital", del día miércoles 9 de Julio de 1969 con motivo
de los 75 años de Toa
y 


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