Olga Orozco
(1920-1999)
Densos
velos te cubren, poesía
No
en este volcán que hay debajo de mi lengua falaz donde
te busco, ni en esta espuma que hierve y cristaliza
en mi cabeza, sino en esas regiones que cambian de lugar
cuando se nombran, como el secreto yo y las indescifrables
colonias de otro mundo.
Noches y días con los ojos abiertos bajo el insoportable
parpadeo del sol, atisbando en el cielo una señal, la
sombra de un eclipse fulgurante sobre el rostro del
tiempo, una fisura blanca como un tajo de Dios en la
muralla delplaneta.
Algo con que alumbrar las silabas dispersas de un
código perdido.
Para poder leer en estas piedras mi costado invisible.
Pero ningún pentecostés de alas ardientes desciende
sobre mi?
¡ Variaciones del humo, retazos de tinieblas con máscaras
de plomo, meteoros innominados que me sustraen la visión
entre un batir de puertas!
Noches y días fortificada en la clausura de esta piel,
escarbando en la sangre como un topo, removiendo en
los huesos las fundaciones y las lápidas, en busca de
un indicio como de un talismán que me revierta la división
y la caída. ¿Dónde fue sepultada la semilla de mi pequeño
verbo aún sin formular? |
¿En
qué Delfos perdido en la corriente suben como el vapor
las voces desasidas que reclaman
mi voz para manifestarse?
¿ Y cómo asir el signo a la deriva -ese y no cualquier
otro- en que debe encamar cada fragmento de este inmensosilencio?
No hay respuesta que estalle como una constelación
entre harapos nocturnos.
¡Apenas si fantasmas insondables de las profundidades,
territorios que comunican con pantanos, astillas de
palabras y guijarros que se disuelven en la insoluble
nada!
Sin embargo ahora mismo o alguna vez no se quién sabe
puede ser a través de las dobles espesuras que cierran
la salida o acaso suspendida por un error de siglos
en la red del instante creí verte surgir como una
isla quizás como una barca entre las nubes o un castillo
en el que alguien cantao una gruta que avanza tormentosa
con todos los sobrenaturales fuegos encendidos.
¡Ah las manos cortadas,
los ojos que encandilan y el oído que atruena!
¡Un puñado de polvo, mis vocablos!
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