PEDRUCHO
TAMBORINI

Historia
de pueblo - Pedro Tamborini
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Pedro Tamborini se ganó
el reconocimiento de todo su pueblo a
fuerza de trabajo y servicio. Una calle
de Toay y el salón de usos múltiples
de la Cooperativa Popular de Electricidad
llevan su nombre, en homenaje a este hombre
sencillo y luchador que dedicó
su vida a la cooperativa.

Pedro Tamborini en el primer
motor que generó electricidad en
Toay del año1922
Quienes lo conocieron todavía recuerdan
los callos que tenía en los hombros
de andar con la escalera a cuestas de
aquí para allá. Donde lo
llamaran, estaba Pedrucho para arreglar
algún desperfecto, hacer una instalación
eléctrica en una casa o cambiar
el farol que iluminaba la calle.
Recuerdos.
Pedrucho nació en Toay en 1914
y desde chico asumió con responsabilidad
los embates del destino. Tenía
15 años cuando murió su
padre y debió hacerse cargo de
todos sus hermanos. “Para ese entonces
ya trabajaba con los motores de la usina”,
recuerda Pepa, su esposa, con quien se
casó de muy joven. Juntos tuvieron
siete hijos y compartieron una vida sacrificada,
que tuvo momentos buenos y de los otros.
Durante 45 años Pedrucho y su familia
vivieron en el chalecito de la calle Urquiza,
ubicado al lado del galpón de la
usina. “Yo todavía recuerdo
cuando iba a la noche a la esquina, donde
estaban los motores, para llevarle la
cena a papá”, dice hoy Pedro
Tamborini hijo.
Con una memoria privilegiada, Pepa (así
conocen a Josefa Ingrassia en el pueblo)
trae al presente las historias de hace
varias décadas, cuando “conectaban
la luz a las 7 de la tarde hasta la medianoche”,
o “cuando había algún
baile y pedían una hora más
de luz”.
Pedrucho era el encargado de la cooperativa
en Toay. Durante muchos años fue
el único empleado y tenía
a su cargo la instalación de la
red eléctrica, tomar el estado
de los medidores que por aquellos años
estaban adentro de las casas y hasta repartir
los recibos de luz.
Como no existían los electricistas
en esa época, y Pedrucho andaba
siempre con las herramientas a cuestas,
siempre había algún vecino
que lo veía pasar y le pedía
que le arregle una llave de luz o algún
desperfecto eléctrico. “El
nunca explotó eso como un trabajo”,
dice su hijo. Y Pepa coincide: “él
tenía miedo de que alguien se ofendiera
si le cobraba. Le llevaban una plancha
para arreglar y decía “qué
te voy a cobrar?”.., por eso nunca
tuvimos nada”.
Luchador.
Sin auto pero con una fortaleza inquebrantable,
Pedrucho recorría el pueblo de
punta a punta caminando. “Recuerdo
que tenía unos callos tremendos
en los hombros de tanto llevar la escalera.
Y recorría grandes distancias caminando
de un barrio a otro de Toay”, cuenta
Francisco René García -el
Cholo-, vecino y amigo de Pedrucho. “Era
un hombre buenísimo, de mucho trabajo,
un luchador; y un vecino ideal. Un hombre
sin revés; lo llamaban a cualquier
hora y él siempre iba”, agrega.
Pepa también rescata el espíritu
servicial de su marido: “antes esta¬ban
las luces en el medio de la calle y si
alguien le avisaba que no andaba un foco,
él iba aunque estuviera lloviendo.
Y dos veces se resbaló de la escalera
y se cayó Pepa dice, mitad en serio
mitad en broma, que ella era “la
secretaria de Pedrucho”. “A
mí también me tendrían
que dar un reconocimiento porque yo era
la que estaba siempre al lado del teléfono
por si algún abonado pedía
luz. No podía salir a ningún
lado. Y cuando se cortaba la luz y Pedro
iba a la sala de máquinas yo me
tenía que levantar por si llamaban
desde Santa Rosa”.
Amigo.
Pedrucho dedicó su vida al trabajo
y la familia. Para aliviar la economía
del hogar, tenía una huer¬ta
en el fondo del patio que regaba junto
a sus hijos, y criaba gallinas ponedoras.
Pero también tenía tiem¬po
para los amigos. “Era hincha de
Independiente y todos los domingos se
llenaba el patio de gente que iba a escuchar
el partido por radio, porque él
agarraba todos los circuitos y armaba
una radio. Y hasta ponía parlantes
en la vereda para que escu¬charan
los que estaban afuera”, cuenta
Pepa.
“Era muy buen amigo. Un hombre simple
que tiene el reconocimiento que se merece”,
afirma Cholo García.
Jubilado.
En sus últimos años de trabajo.
Pedrucho fue ascendido a gerente y contaba
con la ayuda de un empleado que lo asistía
en algu¬nas tareas. Y cuando habían
pasado 45 años de trabajo en la
cooperativa le llegó la hora de
jubilarse.
“Unos meses antes yo le decía
¿dónde vamos a dormir cuando
te jubiles y tengas que entregar esta
casa? Porque no teníamos nada...”,
asegura Pepa, mientras Pedro hijo agrega:
“él pensaba que nunca lo
iban a sacar de ahí, que nunca
iba a llegar ese momento”.
Lo cierto es que corría el año
76 cuando Pedrucho tuvo que jubilarse
y, con toda la preocupación encima,
empezó a ver dónde podía
vivir. “Una mañana salimos
a buscar y consultamos al dueño
de una casa para ver si la podíamos
alquilar. Nos mudamos ahí y algunos
meses después, cuando Pedro cobró
el retroactivo de la jubilación,
pudimos comprarla. Hoy puedo decir que
es la casa más bonita de Toay”,
dice con orgullo Pepa.
Por aquel entonces, Pedrucho había
reemplazado sus horas de trabajo en la
cooperativa por el arreglo de electrodomésticos
y otros artefactos, aunque según
recuerda su hijo “sintió
un vacío al dejar de trabajar”.
“Él tenía cosas que
hacer, pero estaba preocupado por su futuro”,
dice, mientras lamenta la temprana muerte
de su padre ocurrida en 1978. “Hacía
un año que se había jubilado...
después de tanto sacrificio no
pudo darse ningún gusto ni disfrutar
de su jubilación”.
Pasaron casi 28 años desde su partida
y Pedrucho sigue presente entre los antiguos
pobladores de Toay. El salón de
usos múltiples de la cooperativa
lleva su nombre, al igual que una calle
de un barrio nuevo ubicada en la entrada
de su pueblo. Aún hoy, se le siguen
haciendo reco¬nocimientos en el museo
local y está presente en el recuerdo
de su familia y sus amigos.
“Yo tengo los mejores recuerdos
de mi padre, de andar por la calle con
las herramientas junto a él y que
todos lo saluden... cosas simples que
uno va lora a través del tiempo.
Pero a mí lo que realmente me sorprende
es el recuerdo permanente de la gente”,
dice su hijo. “Ese es el mejor reconocimiento”.
Fuente:
Revista 1º de Octubre es una publicación institucional de la Cooperativa Popular de Electricidad - 2007
Romina Maraschio
Periodista

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