Bienvenida al lecho de tus padres.
Ninguna diferencia
entre orgasmo y espada.
Dadora de sentido,
la muerte está de tu lado
en el acierto del puñal.
El anciano protector
perpetúa su insistencia
en la ventana. No obstante,
casi sin conciencia, me traicionan.
Tramo una escamonda de áspides.
Es para pocos el privilegio.
Aunque mires sobre tu hombro
no te transmutarás en perla exquisita
e incorrupta.
El sueño insiste, agota la aldaba de la casa.
Atiendo la llamada
con los ojos clausurados.
No gimas, los trenes pasan lejos
y la noche no perdona.
El dolor se irá con el frío.
Duermen los otros
mecidos por el vaivén del escalón flojo.
No dejes de respirar, aunque tiembles.
Viene por esta vía la muerte
y la barrera está alzada.
Partenogénesis de las vírgenes.
En las vetas de la sangre castrada
por el lejano coito de los ángeles,
se acurrucan peligrosos cuentos de viajeros.
Todo brilla con inquietud de mercurio
en cajitas de plata.
Depravación del ícono:
la cabellera es una ofrenda perfectible.
Rasgadas. Desnudas. Expuestas.
Vergüenza ulterior que el trono dicta.
La peste suicida se detiene.-