Existe una "ideología"
del juguete.
Los juguetes reproducen el mundo del adulto y preparan
al niño para aceptar como natural el funcionamiento
de la sociedad burguesa. Por tal razón la mayoría
de las personas en la sociedad imponen a las niñas
usar ropa de color rosa y a jugar con muñecas,
ollitas y pinturas, y a los varones a vestirse, preferentemente,
de color celeste o azul y a jugar con camiones y herramientas.
El juguete, que reproduce el mundo de las funciones
adultas, hace que las niñas y los niños
acepten como natural el modelo que les presenta la
sociedad sobre sus futuras funciones. Así,
en el futuro las niñas se desempeñarán
en las tareas domésticas y en el cuidado de
los niños, y los varones encararán una
profesión fuera del hogar: serán ingenieros
o, quizás, mecánicos. Sin embargo, hay
posibilidades de escapar a estos estereotipos sexistas.
No ignoremos esa inmensa mayoría de mujeres
que no son pasivas, las que han optado por ser madres
y trabajar fuera de su casa al mismo tiempo, las que
tienen responsabilidades profesionales o desempeñan
un rol importante en la sociedad.
La televisión para niños ha sido dominada
por programas con personajes creados como juguetes
y que posterior-mente salieron en su propio programa
de televisión para promocionar su venta. Todos
los personajes que salen en la pantalla son productos
de venta en una forma u otra.
El héroe de los dibujos animados, que antes
era parte de la vida fantástica del niño,
se hizo real en forma de un producto de consumo: el
juguete. Con esto se ve derrumbada la idea de que
el juguete debe alentar el desarrollo de la creatividad,
ya que la televisión no se lo permite porque
le otorga al niño mundos ya creados.-