Toay, Santa Rosa, Buenos Aires,
Ezeiza, San Pablo, Milán, Barcelona, Cambrils…A
una horas de emprender el extenso itinerario charlamos
de pasada con Rubén Olié, Pino para
los amigos; un "nacido y criado" que alguna
vez tomó ésa decisión:
la de emigrar
hacia la madre patria.
¿Cuándo y por qué te fuiste a
España?
Me fui hace tres años más o menos.
¡Agarré coraje y arranqué nomás!…,
para no quedarme con la duda.
¿Influyó tu situación
laboral de ese momento?
No, porque yo estaba laburando bien acá, pero…¿viste
que siempre está el sueño de viajar
y nunca te animás por una cosa u otra? Ya sea
por un tema económico o simplemente por no
arriesgar porque no sabés cómo te va
a ir. Bueno... es cuestión de tomar la decisión
y animarse.
¿Cómo te fue cuando
llegaste?
Y… el primer mes quería irme al carajo,
me quería volver. Caí en Cambrils, un
pueblo a 100 kms. de Barcelona, sin trabajo, sin plata,
hacía mucho frío. Llevé unos
pesos de acá que allá eran nada, porque
cuando cambié la plata me dieron "2 mangos".
¡Veía todo caro porque convertís
todo! Compraba cualquier cosa y enseguida me ponía
a pensar cuántos pesos eran, por ejemplo una
gaseosa a 12 ó 15 pesos…, y así
hasta que empezás a trabajar y a cobrar en
plata de allá. El primer mes fue muy duro,
después más o menos la fui piloteando
y ahora ya estoy bastante canchero.
Teniendo en cuenta el costo de vida,
¿allá se gana más?
Y sí… es mejor sueldo, obviamente depende
del trabajo que hagas; tal vez se gana un poco más,
pero no hay una gran diferencia; la diferencia la
hacés cuando podés juntar unos mangos
y los convertís en pesos.
¿Cuál es tu trabajo?
Trabajo en un restaurán, me ocupo de enseñarles
el trabajo a los camare-ros nuevos, porque la mayoría
de las personas que ocupan son jóvenes sin
experiencia; también estoy en la barra hasta
que empieza el trabajo fuerte y voy para la cocina.
Eso es en verano, que hay mucho laburo... pero en
invierno se complica.
¿Siempre trabajaste en ese
lugar?
En temporada sí, siempre trabajé en
el mismo lugar, pero también tuve otros laburos.
¿Y ahora con qué perspectivas
volvés?
Primero vamos a ver si entro (risas), y después
volver al mismo lugar donde laburaba; pero…
ya no voy con tanto "hambre" como cuando
fui la primera vez, que vas pensando "plata plata
plata" y hacés lo que sea por un poco
de guita. Ahora uno se pone un poco delicado…,
con menos ganas de trabajar…, más vago…
¡Y un poco también que te acostumbrás
a esto!
¿Cómo es eso?
¡Claro! Yo desde que llegué a Toay estuve
todo el verano sin hacer nada, ¡y el tema va
a ser volver a trabajar! (risas). Pero bueno…
no es nada grave; además, el ritmo de vida
es muy diferente…
¿Pensás en volver definitivamente
para acá en algún momento?
Y… siempre te tira el pueblo, el lugar donde
uno vivió toda su vida, pero soy consciente
que si quiero progresar económicamente, y esto
es muy personal, no me tengo que quedar acá.
La idea es volver en algún momento para Argentina,
pero todavía no sé cuándo ni
adónde.
Los chicos de Toay que están
allá ¿quieren volver?
¡Noo! Están laburando bien allá
y algunos han formado pareja con chicas españolas.
¡No viene ninguno!
¿Hay muchos inmigrantes?
¡Muchísimos! La mayoría sudamericanos,
también hay muchos de Europa del este y africanos.
¿Discriminación?
¡Sí!, con los africanos y sobre todo
con los moros, que son los turcos: ¡no los quieren
para nada! Con los argentinos está todo bien.
Y después de haber estado tres
años
viviendo en un país del supuesto primer mundo
¿cuál es tu sensación al volver
al pueblo, al supuesto tercer mundo?
¡Te agarrás una tristeza, hermano! ¡Llegás
acá y te querés ir otra vez! Ves todo
de otra manera; no sé cómo explicarlo,
pero el hecho de estar afuera tanto tiempo y volver
te permite ver otras cosas, otras situaciones a las
que antes uno no le daba bola o simplemente no las
percibía.
Hablando por teléfono te enterás de
todo: comentarios lindos…, feos…, que
muchas cosas han cambiado…, entonces uno se
hace una idea en base a eso y venís pensando
tal o cual cosa, pero resulta que cuando ya estás
acá ¡nada cambió, o ese cambio
es mínimo!
Una visión pesimista que le
dicen...
Sí, pero también es una visión
realista. Es muy fuerte el impacto cuando llegás
después de unos años al pueblo; a mi
pueblo, el lugar donde me crié.
¿Seguimos siendo un pueblo?
¡Qué sé yo!... Pareciera que se
va perdiendo esa condición. Andás por
la calle y hay más gente, se ven muchas caras
nuevas, ¡y no conozco a nadie! Pero bueno…
creo que eso le pasa a uno que llega después
de tanto tiempo, ¿no?-