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Toay- Mayo -2007

Con sabor a nostalgia Por: "Buby" García Córdoba


La lluvia siempre ha sido una bendición por estos pagos. Y una vez que había pasado, era motivo de diversión para los chicos. Las abundantes lagunas que se formaban en las calles, nos hacían desarrollar la imaginación. Y no siempre para hacer cosas buenas… Tirar pedazos de ladrillos para que el agua sucia nos salpicara (o mejor dicho, salpicara a los demás), me-ternos en los charcos…, tirarnos con barro…; en fin, cualquier cosa que sirviera para merecer la correspondiente "castigo" de nuestros padres. Frente a la casa de mis abuelos la calle era muy arenosa. Pero frente a la casa de Maidana -donde se formaba una laguna al llover-, no lo era tanto. Esa era nuestra cancha de fútbol, donde no siempre era "pelota de fútbol" la que teníamos para jugar. La mayor par-te de las veces era una pelota de trapo, fácil y barata para fabricar; bastaba una vieja media, ya en desuso. Abundaban. Se usaba mucho la media de tres cuartos (que cubría las "canillas" hasta las rodillas), pues los varones usábamos pantalones cortos hasta los 14 ó 15 años. A esa media, la rellenábamos con trapos viejos en la parte del pie. Unos golpes para redondearla, luego retorcíamos la prenda y la íbamos embutiendo hasta la boca. Un pequeño trozo de hilo, y ya teníamos una buena pelota.
Durante horas, o hasta que nuestros padres nos llamaban por alguna razón, corríamos entre una nube de polvo. Dos montoncitos de arena con una corta rama de paraíso, de tamarisco o cualquier otra, o bien unos trozos de ladrillos en la improvisada cancha, eran los arcos.
Elegir los compañeros de cada equipo era todo una ceremonia. Parlamentos, discursos y entredichos eran el preámbulo obligado previo a la formación de los equipos. Finalmente, dos de nosotros se colocaban frente a frente, a cierta distancia, y comenzaban a acercarse avanzando uno por vez, poniendo un pie delante del otro. A eso le llamábamos "la pisadita". El que pisaba primero el pie de el que estaba en-frente, tenía el derecho de elegir primero; y así, de a uno por vez, se seleccionaban los jugadores. Tres o cuatro para cada lado y comenzaba el partido, que se programaba a 5, 10 o más goles; porque eso sí: no se jugaba por tiempo, sino por cierta cantidad de goles…Interesante variante ahora que el fútbol es tan especulativo ¿no?
Estos partidos no siempre terminaban conforme a lo que se había pactado. Por ahí surgía la discusión por una jugada (un puntapié dado desde atrás, una pelota que había pasado arriba del supuesto travesaño del arco o cualquier otra incidencia del juego) y eso era motivo para el "tumulto" y su inevitable epílogo: una pelea. Al rato, o al otro día, todo volvía a comenzar como si nada hubiese pasado.
En esos partidos nos juntábamos con los muchachos del barrio: mi hermano Julio; Guillermo, Eduardo, Carlos y Julio Maidana; Julio Corvalán; los Tinelli; "Titi" y "Mica" Villalva; "Pirincho" y Ernesto Rossane; Raúl Cayupán; el "Negro" Gándara; "Malacha" Dip; Enrique Salvini…Solían aparecer a veces muchachos de otros barrios, pero éstos (y algunos más tal vez), éramos los habituales jugadores.
A veces, para los partidos de fútbol en la calle, contábamos con alguna pelota de goma; un pelotazo de ésas en cualquier parte del cuerpo nos dejaba "ardiendo" un buen rato. En otros casos, jugábamos con algún fútbol de cuero. Esta pelota merecía cuidados especiales. Sabíamos lustrarla con pomada de zapatos, luego la cepillábamos para que tuviera brillo, "puliéndola" con algunos trapos.
La primera pelota que tuvimos en mi casa, era de aquellas viejas denominadas "de tiento". Se llamaban así, porque tenían una boca ancha por donde se introducía la cámara de goma y se cerraba con una lonja fina de tiento. Había que tener cuidado al cabecearla, pues si justo coincidía el golpe con el tiento, la frente quedaba "picando" un rato largo.
Luego aparecieron las pelotas con válvula, similares a las actuales, nada más que venían de color suela. El problema de estas pelotas era cuando se descosían, lo cual era resuelto por don Rito Ovando.
Este anciano parsimonioso, tranquilo y bondadoso, vivía solo detrás de los médanos. Trabajaba en sogas y cueros. Silencioso y de infinita paciencia, llegaba habitualmente a casa de Maidana. Era padrino de uno de los muchachos. Eso era suficiente para que fuera padrino de todos. Invariablemente, un pequeño perro era su compañía. El "Preguntale". Tal el nombre que había dado a su inseparable amigo, y que daba lugar a un juego de palabras y de humor. Si alguien preguntaba a don Rito como se llamaba el perro, respondía: "Preguntale"…El muchacho, creyendo que se trataba de una broma, respondía quejumbroso: "No don Rito… dígame como se llama".
Don Rito era muy querido por todos nosotros y era muy respetado en el pueblo, precisa-mente por esas virtudes nobles de las que hacía gala. Armado de agujas, hilo encerado y punzones, nos cosía la pelota con esmero y delicadeza. Estoy seguro que nuestra felicidad, también era la suya.
Años después, y tras la fundación de Guardia del Monte, don Rito era el encargado de la vieja cancha de Sportivo, donde actuábamos de local. Cuando nuestro club contó con cancha propia -ya fallecido este hombre-, tuvimos el proyecto de bautizar el estadio con su nombre, como homenaje al hombre simple, sencillo y modesto, que tan generosamente nos brindara su valiosa colaboración en esos primeros años que diéramos con la joven entidad.-
























 

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