La arena es en Toay sinónimo
mismo y acompaña el desarrollo del pueblo desde
los tiempos prefundacionales, ya que el sitio elegido
para trazar la nueva capital se hallaba (y se halla)
en las márgenes de un gran medanal; un mar
de arenas errantes que encontró en "el
valle de Tuay" el resguardo necesario para aplacar
su furia. El oleaje quedó estático,
sepultando la posibilidad de una superficie plana
con la extensión suficiente para albergar a
la futura capital.
I - En una misiva del 13 de agosto
de 1889, Benito Villanueva ofrece sus tierras para
fundar en ellas un pueblo. La misma estaba dirigida
al gobierno nacional, que por ese entonces trataba
de adquirir un campo mejor ubicado que General Acha
para erigir la nueva capital del territorio de la
Pampa Central.
El "paraje de Tuay" contaba con importantes
beneficios que lo convertían, sin dudas, en
el lugar indicado: por orden del ministro de Guerra,
desde 1883 había estado instalado un fortín
entorno al cual se estableció una reducida
población, algunas estancias y una pulpería
y posta de mensajería. Además, confluían
allí los caminos que desde Victorica y Trenque
Lauquen seguían hacia General Acha; y el lugar
era señalado como punto de empalme de los ferrocarriles:
el ramal que desde Bahía Blanca iría
hacia Río IV (FBBNO), se uniría en Toay
con el que desde Buenos Aires llegaba hasta Trenque
Lauquen (FCO).
Tales ventajas llevaron al entonces presidente Miguel
Juárez Celman, a firmar el 26 de agosto de
1889 el decreto por el cual se reglamentaba la mensura
de la futura capital. Para esa tarea, se destinó
en 1890 a Gustavo Wesselhoefft, agrimensor de origen
alemán cuyos informes destinados al Departamento
Nacional de Obras Públicas consignan comentarios
relevantes:
"…empecé inmediatamente la búsqueda
de peones, pero no fue posible encontrar algunos en
este punto…Toay, hasta ahora, figura solamente
de nombre, ni hay nada más que una pulpería
chica (posta de mensajería)…Es difícil
encontrar un terreno llano para un pueblo de 40 hectáreas
y bajo las condiciones debidas."
Resulta curioso saber que nuestro pueblo habría
tenido 5 plazas públicas y 2 avenidas diagonales,
pero el gobernador Ayala autorizó algunas modificaciones
en el plano primitivo objetando un mejor aprovechamiento
del terreno disponible: se suprimieron 4 plazas y
se reemplazaron las avenidas diagonales por avenidas
rectas, las cuales evitarían el corte arbitrario
de las manzanas y atravesarían la plaza central.
Se deduce entonces que nuestra plaza, tal como hoy
la conocemos, es tan solo una cuarta parte de la plaza
original, que estaba comprendida entre las actuales
calles Balcarce, Roque Sáenz Peña, Mitre
y San Luis. Un pasaje de la carta remitida por Juan
Guillermo Brown el 18 se octubre de 1895 a Benito
Villanueva, nos esboza la imagen fugaz:
“…la plaza está alambrada y
sembrada con alfalfa y en su centro hay una gran pirámide
levantada por el pueblo."
Sin embargo, el ambicioso proyecto urbanístico
de Wesselhoefft en medio de tierras cuasi salvajes,
se vería prontamente desvirtuado. Las razones
fueron, en un primer momento, el lento crecimiento
demográfico y más tarde, los ferrocarriles
y la ubicación de sus respectivas estaciones.
II - En 1891 asume como nuevo gobernador del territorio
el general Eduardo Pico, quien apoyaría al
pueblo de General Acha en su afán por seguir
siendo la capital (1). De aquí en más
comienza a gestarse el desenlace de una intrincada
sucesión de influencias e intereses políticos:
el 1º de julio de 1894 se declara a esa población
capital definitiva. Semejante noticia a poco más
de una semana del acto fundacional de Toay debe haber
enfurecido a don Guillermo, que a pesar de todo procede
a fundar oficialmente su pueblo ocho días después.
Consecuentemente, la afluencia de colonos ya no sería
tal: con un año de vida, Toay tenía
aproximadamente doscientos habitantes en su planta
urbana; además, desde los años prefundacionales
quienes venían desde el este por el camino
de Trenque Lauquen, eran interceptados por Tomás
Mason en su estancia "La Malvina". Podríamos
imaginar difusamente una escena de la época,
con don Tomás a un lado de la carreta del viajero
esperanzado, convidándolo efusivo y amable
a no seguir hasta Toay…
Así las cosas, surge la suposición siguiente:
la relación entre la poca cantidad de habitantes
y los amplios espacios que el plano proponía,
resultaba muy poco funcional para la vida cotidiana.
Los vértices mismos de la plaza, en las actuales
esquinas de San Luis y Balcarce o Mitre y San Luis,
representaban puntos demasiado alejados, casi extraños
para los primeros habitantes; cuyos días pueblerinos
transcurrían hacia el otro sector de la plaza,
principalmente en la actual esquina de Roque Sáenz
Peña y Mitre; y, desde este punto, en el espacio
comprendido una cuadra a la redonda. La tendencia
pudo haber sido establecida por el fundador y su ostentosa
propiedad; siendo ése, posiblemente, el ámbito
primigenio para la vida social hasta 1897.
III - Aquel año llegaron a Toay los ferrocarriles:
el de Bahía Blanca al Noroeste y el del Oeste.
Los mismos, como factor determinante en pro del "engrandecimiento"
de su pueblo, habrán sido la obsesión
de Juan Brown desde el momento mismo de la fundación.
En la carta ya nombrada, y luego de un escueto párrafo
que describe "el adelanto que va llevando
el pueblo", dice que "para que
el éxito sea perfecto no se precisa más
que el ferrocarril."
Indudablemente el tren vino a mitigar el duro golpe
prefundacional de "la negación de la capital",
gozando el pueblo un período de crecimiento
sostenido hasta 1920 aproximadamente. Así,
el desequilibrio con que las estaciones fueron ubicadas
influiría para siempre en el proceso de desarrollo
físico de Toay; la construcción de éstas
hacia el sudoeste y hacia el este, determinó
la expansión en esas direcciones. Al parecer,
ciento diez años después el medanal
existente en el sector norte se presenta como una
consecuencia rotunda de aquella situación.
IV - Se torna extremadamente dificultoso precisar
el momento en que se toma la decisión de eliminar
tres manzanas de la gran plaza central (posiblemente
a mediados de 1897), pero todo lo antedicho podría
explicar porqué se optó por esa manzana
y no otra, para ser el principal espacio público.
Nosotros, toayenses, poco reconocemos nuestro pueblo
en ese plano, que nos asombra al observarlo por primera
vez. La explicación, quizá, sea muy
sencilla: ese plano denota explícitamente lo
que Toay pretendió ser y oculta lo que Toay
es. Haber perdido la oportunidad de ser la capital
del territorio apenas una semana antes de la fundación,
fue el hecho que eligió el destino para estampar
su rúbrica. Cual vestigio que simbolizaba los
efímeros ideales de progreso y grandeza, la
traza pulcramente simétrica era descartada
en función de una realidad imprevista.-
1 - Más tarde, la lucha de
General Acha sería con Santa Rosa de Toay.
FUENTES: Toay, el pueblo, el pasado,
el futuro. A. Forteza. // Suplemento del Centenario.
La Arena.