Antes, me dijeron… la nada;
tu mismo silencio. Antes, pues sentía el hartazgo
de estar caminando sin sentido, desde el idealismo
poético y loco, en aquellos lejanos molinos
de viento.
Hoy, a los treinta y pico; me hace falta decir:
Ya no importa lo que nos hicieron y nos hicimos. El
sol renace cada día, a veces difuso, a veces
discreto; pero no muere y me encuentra: hija, esposa,
madre, amante, compañera y amiga; de la práctica
del uso de la palabra; aquella, la que no tiene precio.
Libertad.
Afuera, todos los mundos de mis pequeños reinos.
No quiero ser Monarca, Príncipe, Burgués,
Político, Esclavo ni Siervo. Quiero ser peón
de la palabra, militante de la vida; que se re-construye
para continuar buscando y sembrar nuevamente: Afecto,
Educación, Verdad, Respeto, Tolerancia, Igualdad:
Valores; Virtud, Trabajo, Justicia, Dignidad; para
todos los hombres que estamos y nos sentimos vivos.
- Y para que no queden dudas ni oscuridades,
amo la Vida, la Paz, la Democracia y la Palabra; siempre…
hasta que deba abandonar mi cuerpo.
Pero antes de que este sentido de finitud o hecho
biológicamente natural suceda de manera irremediable,
deseo desde lo particular, expresar mi alegato y defensa
de la palabra. Por-que entiendo, comprendo e intuyo
que la palabra es un bien ganancial de la humanidad,
que no se negocia. Estimo que es la única manera
de que existan todas las lenguas, todas las costumbres,
todas las religiones, todas las sociedades, todas
las etnias, todas las identidades; preservadas a través
de la palabra oral o escrita; ejerciendo un vínculo
inalterable como herramienta de trabajo en la comunicación
de las artes, profesiones u oficios, y más
sustancialmente como posibilidad de vida.
- Porque no me resigno a ser testigo
de la degradación, por la degradación
misma; en manos del hombre, cercenando la función
de la palabra.
A que se tiñan las banderas de sangre y esquirlas
por los despiadados que oprimen, someten y dominan
a los pueblos empobrecidos e indefensos.
A presenciar cómo el cielo y la tierra se funden
en un bloque contaminado, desvastado e inhabitable
para la vida; y que el resto de los seres vivos adviertan,
ante la cuantiosa pérdida de vidas, cómo
naufragamos en el mar de la deshumanización;
y los árboles de cada rincón de la tierra,
los que sobrevivan, se posen de pie contemplando la
nada y la desolación.
- Me rehúso, si aún
fuera posible…, a creer que todos hablaremos
el mismo idioma, la misma insignia, a padecer de iguales
flagelos, los del mismo hombre, un ser histórico
y social que lo avanza la ciencia y lo tiene a su
merced; y con solo programar, pulsar u oprimir un
botón puede llegar a destruirlo todo…
en su anhelo o afán de avance y progreso. En
la ciencia clonatoria y en el poderío técnico
y bélico.
Pero antes de que este hecho desgraciado, creado y
fabricado por el hombre, ocurra; y desde ya, no sean
válidas las lamentaciones o arrepentimientos
de los vencedores y vencidos, inauguremos el pensamiento
de nuevo; si la pieza vital de todo ser humano es
el inconsciente, como cuerpo visible de la razón,
que se manifiesta sin total consentimiento a través
de nuestros deseos, sueños, sentidos, capacidades,
proyectos o modos de desenvolvernos ante cada situación
a resolver y en ellas, nuestras conductas y acciones;
el reflejo de un espíritu.
Entonces sugiero e imploro, que seamos menos humanoides
(materialistas); volvamos a la fuente: los libros,
y a conectarnos con ése otro
yo interior doblegando nuestra pulsión e instinto
de muerte, de destrucción y de poder; respecto
de nuestros semejantes y sus bienes; para que nos
llegue vida, e inexorablemente la palabra a su fin.
- Y como simple mujer, de este planeta,
estoy como todos condenada a elegir y no puedo no
elegir; entonces elijo: quedarme en mi segundo hogar,
Toay, La Pampa, Re-pública Argentina; con los
brazos abiertos de mis amistosos y hospitalarios caldenes;
junto a mis piquillines, que solitarios, acompañan
al monte.
Apelo y sostengo: que el hombre, como
única criatura en su especie, con raciocinio,
voluntad y posibilidad de cambio, con fortaleza, compasión
y su sacrificio constante; prevalecerá…
Presagio
Ella es, la que habita a la
niña, en los senderos desgarrados de
los médanos; con un llanto trémulo,
buscando y añorando la Paz entre los
hombres.
Ella es, la que regresó para despertar
la esencia y el silencio náufrago, suspendido
en las vetas rebeldes y floridas de la luna;
deshojando el tiempo.
Ella es, quien deberá abandonar sus vidas;
lejanas y recientes, una mañana nocturna
de unicornios fugaces, con su luz ciega y con
sus ojos de utopías al desnudo.
Ella es, quien sin más, entregará
sus capas y espadas de paz, junto a sus vertientes;
para sentir abierta la claridad estéril,
en la inmóvil naturaleza.
Ella es, por último, quien libertará
las alas de sus manos perennes, para descender
al espacio infinito, con su cuerpo apagado,
preso de un silencio desconocido; para morir
a la sombra, de un viejo caldén.-
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Julia
Romano de Garciarena: Escritora residente
en Toay. Obtuvo numerosas Menciones Especiales
por su labor literaria. Integra antologías
con sus obras, de las cuales varias fueron declaradas
de "Interés Cultural" por la
Subsecretaría de Cultura de la Nación".
Participa en diversos encuentros literarios. |