Se aproxima el mes de junio
y los chanchos, engordando;
todos los socios pensando
en la famosa carneada.
¿Qué si estaban? o no estaban;
que si las cosas reunidas
ya habían sido controladas
o faltaban todavía.
Y se llegó el diecisiete;
y salimos tempranito
Héctor, Pedro, yo y el Lito
a preparar la faena.
Cuando al llegar a la "Chacra"
hubo que el fuego prender,
ahí empezamos a entender
que no era fácil la cosa.
Había que matar tres chanchos
que parecían unas morsas,
y rumbo al chiquero fuimos
para ver al fin quién "mata"...
Yo lo tendré de la pata
dijo el Lito "salvador";
y el "Héctor" con fervor
manoteó la carabina
para acortarle la vida
y así poder degollar.
Pedro con la carretilla
estaba listo a cargarlo,
y poder así llevarlo
a la mesa de pelar;
pero hubo que esperar
que se muriera primero,
porque tenía ganitas
de volverse pal chiquero.
Y empezó la "gran pelada"
pero el agua estaba fría;
y el chancho se resistía
pero igual se comenzó,
y entonces..."el experto era yo"
porque nadie, nada sabía;
pero era tamaña treta
pa escaparle a la "pelada".
Y así se pelaron dos,
porque no daba pa más;
el presupuesto era poco
y tenía que alcanzar;
así que hubo que cargar
y rumbiar para el poblao,
donde de antemano estaba
tuito listo y preparao.
Se comenzó a despostar
y picar pa las morcillas;
Pedro, sentado en la silla
y viviendo la carneada
veía que la despostada
era "experta y ordenada";
¡ja!, porque nadie sabía nada.
Llegó la hora de comer
y de descansar un rato;
el asado estaba listo
con ensalada y pan fresquito,
el vino sobre la mesa
y un costillar que Lito
había hecho con esmero,
el cual estaba asadito
y pa chuparse los dedos.-
Los integrantes de esta "gran carneada"
eran nada menos que
cuatro amigos, hijos de Toay: Pedrito Tamborini, Héctor
Bidegain,
Lito Delarada y yo; allá por los años
70 y pico.