La gran inundación del Río Colorado
Fuente: masneuquen,com
>>> | La Crezca | | Croquis del aluvión | | Prof. Raúl Hernández |
Faltando pocas horas para que concluyera el año 1914, un grave desastre natural se produjo en la cordillera de Los Andes y asoló en su totalidad al valle del río Colorado. El desastre, conocido como Crezca Grande, causó la muerte de alrededor de doscientas personas, heridos, lesionados, familias desechas, pueblos arrasados y severos daños sociales y económicos. La catástrofe fue causada por la rotura del dique natural ubicado sobre la laguna “Carri Lauquen” (36°30’41″S- 70°09’23″W), situada sobre el río Barrancas. Fue en este rio donde se iniciaron los acontecimientos que culminaron en la tragedia de 1914, que provocó el desastre de toda la cuenca del río Colorado, al cual le aporta sus aguas.
El río Barrancas drena una superficie de alrededor de 3.400 km2. Se origina en dos lagunas glaciarias, Fea y Negra, ambas muy próximas a la frontera con Chile. De dichas lagunas surgen los arroyos emisarios que conforman el alto Barrancas, límite entre Mendoza y Neuquén, que luego colecta las aguas de deshielo de la sierra Cochicó, del cordón de Mary, de Mayán y del glaciar Domuyo, ubicado éste en las laderas del volcán homónimo. En su breve recorrido de 150 km., el río Barrancas desciende tortuosamente desde una altura de 2.186 m. (laguna Negra) hasta una altura de 835 m. (Buta Ranquil), actuando como agente altamente erosivo.
Vista de lo que quedaba del lago Carri Lauquén, con posterioridad a su vaciado, en 1914, según el geólogo Groeber en 1916.
Fue precisamente esta última característica la que, en un momento geológico indeterminado, provocó el derrumbe de laderas sobre el cauce del río Barrancas, creando así un dique natural de notable magnitud, el cual embalsó las aguas que fluían al mismo. De acuerdo a mediciones posteriores, el lago que se formó medía 21 km. de longitud por cuatro o cinco kilómetros de ancho de ancho. Se lo denominaba “Carri Lauquen” (laguna Verde) por la coloración de sus aguas. Una vez que se llenó el cuenco, las aguas vertieron sobre el muro y se convirtieron en un caudal permanente del río. Pero en el invierno de 1914 la situación se alteró drásticamente.
En efecto, las intensas nevadas que se registraron en aquel duro invierno acumularon espesos mantos de nieve en las montañas próximas. El brusco deshielo provocado por las altas temperaturas de primavera y verano, ocasionó el descenso de grandes volúmenes de agua que incrementaron violentamente los caudales de arroyos, riachos, y también, de “Carri Lauquen’. La notable presión del embalsamiento provocó la ruptura del muro, en el que se abrió una garganta de 250 m de largo por 100 m de alto. Por allí se volcaron al valle 2.000 millones de m3 de agua, sedimentos y rocas; el nivel del lago descendió entre 80 y 90 m y su extensión se redujo a 6 km de largo por 1 ó 2 de ancho. Todo este proceso se operó en pocas horas. Tuvo lugar en la noche del 29 de diciembre de 1914, dando lugar así a la Crezca Grande.
Foto de la laguna Cari Lauquen (2010)
Los testimonios de la época
Como ya se expresara, una vez que la avalancha superó la resistencia del dique se inició un recorrido apocalíptico que arrasó el valle hasta culminar en el Océano. De acuerdo al informe elaborado por un observador destacado por la empresa del Ferrocarril del Sud, el ingeniero Blencowe, el desborde inicial se produjo a las 16 horas del 29 de diciembre. Ese mismo día, aproximadamente a las 22 horas, el pico de la creciente pasó por Barrancas para llegar a la Colonia 25 de Mayo a las 14 horas del día 30. Es muy clara la expresión de un lugareño narrando el suceso: “Era de noche, se escuchó un zumbido fuerte y ¡pum! Se salió el tapón…un mundo de agua era, un mundo que tapó todo…” (Diario Río Negro, 2005)
Aquí conviene detenerse para plantearse una pregunta: ¿no hubo ningún indicio que permitiera prever tremendo desastre? No hay una respuesta certera para dicho interrogante. De acuerdo a notas periodísticas, la presencia de nieve en volúmenes excepcionales preocupaba a la gente que se hallaba aguas abajo del muro. Según se manifiesta en el citado artículo, había una persona encargada de controlar la altura de la laguna pero “… se había ido de tragos a Mendoza, volvió unos días después, vio lo que había pasado y de ahí se escapó para Chile. Nunca se volvió a saber de ese hombre…”
Un ingeniero inglés había comentado este fenómeno (el derrumbe de laderas de dos cerros sobre el lago) ante el gobernador del Neuquén; pero no se le dio la importancia debida. Hasta que una familia, cuidando unas vacas a los pies del embalse, en un momento se dio cuenta de que el agua se filtraba por varios boquetes. Esto sucedía en la segunda quincena de diciembre. Pocos días después volcaba de golpe la inmensa masa líquida, transformándose de la noche a la mañana en una laguna vacía. Esta familia avisó a dos sacerdotes de Chos Malal del suceso y éstos a su vez comunicaron telegráficamente a otro miembro del clero ubicado en Pedro Luro (Provincia de Buenos Aires, a orillas del Colorado) quien lo derivó al jefe de estación y así se pudo informar a pobladores del valle medio e inferior sobre el riesgo que corrían. De este modo estos pobladores pudieron ponerse a salvo sobre las bardas.
La primera consecuencia registrada por el paso del alud fue el cegamiento de las desembocaduras de algunos arroyos, hecho debido a la deposición de los abundantes detritos que arrastraba la corriente. Al mismo tiempo, dadas la poca anchura del valle y la importante pendiente que se registra hasta la confluencia con el río Grande, el torbellino se llevó los pequeños depósitos aluviales que había en las orillas y ensanchó el cauce hasta las paredes de rocas, incorporando este material al volumen arrastrado.
Las primeras zonas arrasadas por el torrente coincidieron con los límites de Mendoza y Neuquén. La furia del agua se llevó dos comisarías locales y varios hogares, además de los cultivos que los moradores habían hecho en pequeña escala. De todo esto no quedaron ni rastros. Donde había campos fértiles, desapareció todo. En ambos lados del río había caminos, los cuales quedaron inutilizados. En el paso de Las Bardas las estancias fueron arrasadas. El incipiente pueblo de Barrancas corrió igual suerte y debió ser relocalizado.

Las consecuencias fueron devastadoras.
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